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El regalo de los Reyes Magos
ingl. The Gift of the Magi · 1905
Resumen de el cuento
El original toma ~12 min para leer
Microresumen
En víspera navideña, una pareja sacrificó sus tesoros más queridos: ella vendió su pelo largo y él su único reloj, para comprar regalos que resultaron inútiles pero demostraban su amor mutuo.

Resumen breve

Pequeño departamento urbano, Nochebuena de comienzos del siglo XX. Delia solo tenía un dólar con ochenta y siete centavos para el regalo de su esposo Jim.

👩🏻
Delia Dillingham Young — mujer joven, esposa de Jim, esbelta, con hermosa cabellera castaña hasta las rodillas, generosa, amorosa, sacrificada.

Desesperada, vendió su largo y bello cabello por veinte dólares y compró una elegante cadena de platino para el reloj de bolsillo de Jim, su más valioso tesoro familiar. Al volver a casa arregló nerviosamente su cabello corto, temiendo la reacción de su marido.

👨🏻
James Dillingham Young (Jim) — hombre joven de 22 años, esposo de Delia, delgado, serio, trabajador con salario de veinte dólares semanales, amoroso, sacrificado.

Al ver a Delia, Jim quedó atónito: él había vendido su preciado reloj para regalarle las costosas peinetas de carey que ella tanto admiraba. Se dieron cuenta de que ambos, por amor, habían sacrificado sus objetos más queridos.

Así se descubrió que, "De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos."

De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos.

Resumen detallado

La división en capítulos es editorial.

El dilema de Delia: un dólar y ochenta y siete centavos

En vísperas de Navidad, Delia contó sus ahorros tres veces con creciente desesperación.

Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad... Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas.

Había ahorrado cada centavo durante meses, regateando con comerciantes hasta que sus mejillas se enrojecían de vergüenza, pero el resultado era insuficiente para comprar un regalo digno para Jim. Vivían en un modesto departamento de ocho dólares semanales, donde el nombre "Dillingham" en el buzón parecía desvanecerse junto con la prosperidad perdida, cuando Jim ganaba treinta dólares en lugar de los actuales veinte.

Delia se miró en el espejo de cuerpo entero del departamento y una idea desesperada cruzó por su mente. Los Dillingham poseían dos tesoros de los que se enorgullecían enormemente: el reloj de oro de Jim, heredado de su padre y abuelo, y la magnífica cabellera de Delia que caía como una cascada hasta más abajo de sus rodillas.

El sacrificio de Delia: vender el cabello por una cadena de reloj

Con determinación nerviosa, Delia se soltó su hermosa cabellera, la contempló por última vez, y luego se puso su vieja chaqueta y sombrero para salir a la calle. Se dirigió a un establecimiento que anunciaba "Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases".

👩🏻‍💼
Madame Sofronie — mujer grande, demasiado blanca, fría, comerciante de cabello, práctica en los negocios.

La transacción fue rápida y práctica. Madame evaluó el cabello con manos expertas y ofreció veinte dólares, que Delia aceptó inmediatamente. Con el dinero en mano, pasó las siguientes dos horas buscando el regalo perfecto para Jim hasta encontrar exactamente lo que necesitaba.

Era una cadena de reloj, de platino... que proclamaba su valor sólo por el material mismo... Era como Jim: valioso y sin aspavientos. La descripción podía aplicarse a ambos.

Pagó veintiún dólares por la cadena y regresó a casa con ochenta y siete centavos. Al llegar, intentó reparar los estragos de su generosidad creando pequeños rizos con las tenacillas, logrando un peinado que la hacía parecer un estudiante travieso. Mientras preparaba la cena, rezó una pequeña oración: que Jim siguiera pensando que era bonita.

El regreso de Jim y el intercambio de regalos

A las siete de la noche, Jim llegó puntual como siempre. Era un joven de apenas veintidós años, delgado y serio, que ya cargaba con la responsabilidad de mantener una familia con su modesto salario.

Al ver a Delia, Jim se quedó inmóvil en el umbral como un perdiguero que descubre una codorniz, con una expresión extraña que no era de enojo, sorpresa o desaprobación, sino algo que ella no pudo interpretar. Delia se acercó nerviosamente y le explicó que había vendido su cabello para comprarle un regalo de Navidad, asegurándole que crecería rápidamente.

"Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo... Quizás alguien podría haber contado mi pelo, pero nadie podría haber contado mi amor por ti."

Jim abrazó a Delia y sacó un paquete de su abrigo. Dentro había un juego completo de hermosas peinetas de carey auténtico con bordes adornados de joyas, exactamente las que Delia había admirado durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran peinetas caras que su corazón había anhelado sin esperanza de poseer, pero ahora las trenzas destinadas a lucirlas habían desaparecido. Delia las oprimió contra su pecho con lágrimas de alegría, prometiendo que su cabello crecería rápido. Luego mostró vehementemente su regalo: la cadena de platino. Pero Jim sonrió y se dejó caer en el sofá.

La sabiduría de los verdaderos Reyes Magos

Jim reveló que había vendido su reloj para comprar las peinetas. Ambos habían sacrificado insensatamente sus más preciados tesoros para comprarse regalos mutuamente, pero el narrador concluye que fueron los más sabios de todos los que dan regalos, pues como los Reyes Magos originales, ellos son los verdaderos Reyes Magos.