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Resumen breve
España, principios del siglo XVII. Alonso Quijano, un hidalgo cincuentón aficionado a los libros de caballerías, perdió el juicio de tanto leer y decidió convertirse en caballero andante. Adoptó el nombre de Don Quijote de la Mancha, designó a una campesina como su dama Dulcinea del Toboso y, montado en su flaco rocín Rocinante, salió en busca de aventuras.
En su primera salida, fue armado caballero en una venta que confundió con un castillo. En la segunda, reclutó como escudero a un labrador llamado Sancho Panza, prometiéndole el gobierno de una ínsula. Juntos vivieron múltiples aventuras: Don Quijote atacó molinos creyéndolos gigantes, rebaños pensando que eran ejércitos, y liberó a galeotes que luego lo apedrearon.
Mientras Don Quijote hacía penitencia en Sierra Morena imitando a los caballeros enamorados, el cura y el barbero de su pueblo tramaron llevarlo de vuelta a casa. Usando disfraces y la ayuda de otros personajes como Dorotea, quien fingió ser la princesa Micomicona, lograron engañarlo. En la venta donde se hospedaron, se entrecruzaron historias de amor como la de Cardenio y Luscinda, y la del cautivo y Zoraida.
Finalmente, Don Quijote fue enjaulado y llevado a su aldea. Un mes después, animado por el bachiller Sansón Carrasco, emprendió una tercera salida con Sancho. Visitaron El Toboso buscando a Dulcinea, a quien Sancho presentó como una rústica labradora, alegando que estaba encantada. Tras diversas aventuras, llegaron al castillo de unos duques que, conociendo sus desvaríos, les gastaron elaboradas bromas.
Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de «bueno». Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje.
Tras ser derrotado por el Caballero de la Blanca Luna (Sansón Carrasco disfrazado), Don Quijote regresó a su aldea, donde cayó enfermo. En su lecho de muerte, recuperó la cordura, renegó de los libros de caballerías y murió cristianamente, dejando a Sancho y sus amigos sumidos en el llanto.
Resumen detallado por libros
La división dentro de cada libro es editorial.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605)
La locura de Alonso Quijano y su primera salida
En un lugar de La Mancha vivía un hidalgo cincuentón aficionado a la lectura de libros de caballerías. Su obsesión por estas historias lo llevó a perder el juicio y decidió convertirse en caballero andante para recorrer el mundo en busca de aventuras.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario... hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras.
Limpió unas viejas armas, rebautizó a su flaco rocín como Rocinante y se autodenominó Don Quijote de la Mancha. También eligió a una labradora de un pueblo cercano como su dama, a quien llamó Dulcinea del Toboso.
En su primera salida, Don Quijote llegó a una venta que confundió con un castillo. El ventero, siguiéndole la corriente, lo armó caballero en una ceremonia improvisada. Tras ser armado caballero, Don Quijote intentó ayudar a un joven que estaba siendo azotado por su amo, pero su intervención solo empeoró la situación. Luego, al enfrentarse a unos mercaderes, fue golpeado y abandonado en el camino, donde un labrador lo encontró y lo llevó de vuelta a su aldea.
Segunda salida con Sancho Panza como escudero
Mientras Don Quijote se recuperaba, el cura y el barbero del pueblo examinaron su biblioteca y quemaron muchos de sus libros de caballerías, considerándolos la causa de su locura. Cuando despertó, le dijeron que un encantador había hecho desaparecer su biblioteca.
Don Quijote planeó una segunda salida y convenció a un labrador vecino, Sancho Panza, para que lo acompañara como escudero, prometiéndole el gobierno de una ínsula. Ambos partieron en secreto una noche.
Su primera aventura juntos fue el famoso episodio de los molinos de viento, que Don Quijote confundió con gigantes. Luego se enfrentó a unos frailes y a un vizcaíno, creyendo que rescataba a una princesa.
Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías.
Aventuras con pastores, yangüeses y batanes
Don Quijote y Sancho fueron acogidos por unos cabreros, con quienes compartieron comida y conversación. Don Quijote pronunció su discurso sobre la Edad Dorada, idealizando un pasado utópico. Después conocieron la historia de Grisóstomo, un estudiante convertido en pastor por amor a la hermosa Marcela.
Asistieron al entierro de Grisóstomo, donde Marcela apareció para defenderse de las acusaciones de crueldad, argumentando su derecho a la libertad y a no corresponder a un amor no deseado. Don Quijote se ofreció a protegerla, pero ella desapareció en el bosque.
Más tarde, Don Quijote y Sancho fueron apaleados por unos yangüeses cuando Rocinante intentó cortejar a sus yeguas. Malheridos, llegaron a una venta que Don Quijote nuevamente confundió con un castillo. Allí ocurrieron varios incidentes cómicos en la oscuridad, incluyendo un malentendido con Maritornes, la criada de la venta.
Al intentar marcharse sin pagar, Sancho fue manteado por los huéspedes de la venta. Después, Don Quijote confundió el ruido de unos batanes con una peligrosa aventura, pasando toda la noche atemorizado, para descubrir al amanecer la verdadera fuente del ruido, lo que provocó la burla de Sancho.
La penitencia en Sierra Morena y las historias de amor
Don Quijote confundió una bacía de barbero con el yelmo de Mambrino y la robó. Luego liberó a unos galeotes, entre ellos Ginés de Pasamonte, quienes en lugar de agradecerle lo apedrearon. Para escapar de la Santa Hermandad, Don Quijote y Sancho se adentraron en Sierra Morena.
En la sierra encontraron a Cardenio, un joven enloquecido por amor. Les contó su historia con Luscinda y cómo don Fernando, hijo de un duque, lo había traicionado. Don Quijote decidió imitar a los caballeros de sus libros haciendo penitencia por Dulcinea, enviando a Sancho con una carta para ella.
Loco soy, loco he de ser hasta tanto que tú vuelvas con la respuesta de una carta que contigo pienso enviar a mi señora Dulcinea; y si fuere tal cual a mi fe se le debe, acabarse ha mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras.
Camino del Toboso, Sancho se encontró con el cura y el barbero, quienes planeaban rescatar a Don Quijote. También conocieron a Dorotea, una hermosa joven engañada por don Fernando. Ella aceptó disfrazarse como la princesa Micomicona para convencer a Don Quijote de que la ayudara, como parte del plan para llevarlo de vuelta a casa.
Aventuras en la venta y la jaula de Don Quijote
Todos regresaron a la misma venta, donde se leyó la novela del "Curioso impertinente", historia de Anselmo, quien pidió a su amigo Lotario que probara la fidelidad de su esposa Camila, con trágicas consecuencias. Durante la lectura, Don Quijote, sonámbulo, atacó unos cueros de vino creyendo luchar contra un gigante.
A la venta llegaron también Luscinda y don Fernando. Tras un emotivo reencuentro, don Fernando aceptó que Luscinda volviera con Cardenio y él con Dorotea. También apareció un cautivo con una bella mora, Zoraida, que deseaba convertirse al cristianismo, y contó su historia de cautiverio en Argel y su escape gracias a ella.
El cura y el barbero idearon encerrar a Don Quijote en una jaula, haciéndole creer que estaba encantado, para llevarlo de vuelta a su aldea. Durante el viaje se encontraron con un canónigo de Toledo, quien criticó los libros de caballerías. Don Quijote los defendió apasionadamente, argumentando su valor moral y literario.
La disputa con el canónigo y el regreso a la aldea
Durante la disputa con el canónigo, Don Quijote defendió la veracidad de las historias caballerescas, mezclando realidad y ficción. Sancho intentó convencerlo de que no estaba encantado, sino engañado por el cura y el barbero, pero Don Quijote se mantuvo firme en su creencia.
El canónigo advirtió sobre los peligros de los libros de caballerías, mientras que Don Quijote argumentó que habían inspirado grandes hazañas y virtudes. Sancho, por su parte, seguía soñando con la ínsula prometida, aunque el canónigo le advirtió sobre las responsabilidades del gobierno.
La historia del pastor Eugenio y la procesión de disciplinantes
Durante el viaje de regreso, se encontraron con un cabrero llamado Eugenio, quien les contó la historia de Leandra, una hermosa joven pretendida por muchos, que se fugó con un soldado llamado Vicente de la Roca. Este la engañó, robó sus joyas y la abandonó. Leandra fue recluida en un monasterio, mientras sus antiguos pretendientes se convirtieron en pastores que lamentaban su desgracia.
Tras escuchar la historia, Don Quijote se ofreció a defender el honor de Leandra, lo que provocó una pelea con el cabrero. En ese momento, divisaron una procesión de disciplinantes que llevaban una imagen de la Virgen. Don Quijote, creyendo que era una dama secuestrada, atacó la procesión y fue derribado de un golpe.
Finalmente, Don Quijote fue llevado a su aldea en la carreta, donde su ama y su sobrina lo recibieron con lamentos, culpando a los libros de caballerías por su locura. Así terminó la primera parte de sus aventuras, publicada en 1605, con Don Quijote derrotado pero no desengañado de sus fantasías caballerescas.
El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha (1615)
Preparativos para la tercera salida y el encantamiento de Dulcinea
Un mes después de su regreso, Don Quijote parecía recuperado. El cura y el barbero lo visitaron y discutieron sobre política y la amenaza turca. Don Quijote propuso convocar a los caballeros andantes para defender el reino, revelando que su locura persistía.
Poco después, el bachiller Sansón Carrasco, recién llegado de Salamanca, informó a Don Quijote que sus aventuras habían sido publicadas en un libro titulado "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". Esta noticia reforzó su determinación de emprender una tercera salida.
Sancho aceptó acompañarlo nuevamente, esperando obtener la ínsula prometida. Su esposa Teresa mostró escepticismo, pero él mantuvo su fe en las promesas de Don Quijote. A pesar de los intentos del ama y la sobrina por detenerlo, Don Quijote partió con Sancho hacia El Toboso para obtener la bendición de Dulcinea.
Al llegar al Toboso de noche, no pudieron encontrar el palacio de Dulcinea. A la mañana siguiente, Sancho, para salir del apuro, señaló a tres labradoras que venían montadas en burros como Dulcinea y sus doncellas. Don Quijote solo vio a campesinas ordinarias y creyó que Dulcinea había sido encantada por malvados magos, transformando su belleza en vulgaridad.
El Caballero de los Espejos y el Caballero de los Leones
En su camino, Don Quijote y Sancho encontraron una carreta con actores disfrazados. Luego conocieron a un caballero que se hacía llamar el Caballero del Bosque o de los Espejos, quien afirmó haber vencido a Don Quijote. Este caballero era en realidad Sansón Carrasco disfrazado, con un plan para derrotar a Don Quijote y obligarlo a volver a casa.
Ambos caballeros se enfrentaron y, sorprendentemente, Don Quijote venció a Carrasco. Al quitarle el yelmo, descubrió su verdadera identidad, pero creyó que un encantador había transformado al vencido Caballero de los Espejos en Carrasco para privarle de su gloria.
Continuando su viaje, Don Quijote y Sancho se encontraron con don Diego de Miranda, un hidalgo sensato que quedó impresionado por la mezcla de locura y sabiduría de Don Quijote. En el camino, Don Quijote enfrentó a un león enjaulado que estaba siendo transportado. El león, sin embargo, no mostró interés en atacar y simplemente le dio la espalda. Don Quijote interpretó esto como una victoria y se autodenominó el Caballero de los Leones.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida.
Las bodas de Camacho y la cueva de Montesinos
Don Quijote y Sancho llegaron a las bodas del rico Camacho con la bella Quiteria. Basilio, enamorado de Quiteria, interrumpió la ceremonia fingiendo suicidarse. Antes de "morir", pidió casarse con Quiteria. Ella aceptó, y tras la boda, Basilio reveló su engaño. Camacho, aconsejado por Don Quijote, aceptó la situación con dignidad.
Después, Don Quijote descendió a la cueva de Montesinos, donde afirmó haber visto un mundo encantado con personajes de los libros de caballerías y a Dulcinea encantada. Sancho dudó de esta historia, sospechando que era producto de la imaginación de su amo.
Más tarde encontraron a Maese Pedro con su mono adivino y su retablo de títeres. Durante la representación de una historia de caballerías, Don Quijote, confundiendo la ficción con la realidad, atacó a los títeres para salvar a una dama en peligro, destruyendo el retablo. Luego pagó los daños a Maese Pedro, quien resultó ser Ginés de Pasamonte disfrazado.
Don Quijote y Sancho en el castillo de los duques
Don Quijote y Sancho se embarcaron en un bote sin remos en el río Ebro, creyendo vivir una aventura mágica. Confundieron unas aceñas con un castillo encantado y terminaron volcados en el río. Después, conocieron a una duquesa durante una cacería. Ella y su esposo, lectores del primer libro de Don Quijote, los invitaron a su castillo para divertirse a su costa.
En el castillo, los duques organizaron elaboradas burlas. Primero, una falsa ceremonia para desencantar a Dulcinea, donde el supuesto mago Merlín anunció que Sancho debía darse 3.300 azotes para romper el encanto. Sancho se resistió, pero finalmente aceptó con condiciones.
Luego apareció la Dueña Dolorida (en realidad el mayordomo disfrazado) con una historia sobre un gigante que había encantado a una princesa y dado barbas a sus damas. Para resolver el encantamiento, Don Quijote y Sancho debían montar en Clavileño, un caballo de madera. Les vendaron los ojos y, mediante efectos especiales, les hicieron creer que volaban, cuando en realidad permanecían en el jardín.
El gobierno de Sancho en la ínsula Barataria
Los duques cumplieron la promesa de Don Quijote y nombraron a Sancho gobernador de la "ínsula Barataria", que en realidad era un pueblo del ducado. Antes de partir, Don Quijote dio a Sancho sabios consejos sobre cómo gobernar con justicia y prudencia.
Sorprendentemente, Sancho demostró ser un gobernador justo y sensato, resolviendo con ingenio varios casos difíciles. Sin embargo, las restricciones impuestas por su médico, que le impedía comer, y las constantes pruebas y burlas organizadas por los sirvientes de los duques, lo hicieron infeliz.
Tras una semana, una falsa invasión a la ínsula fue organizada para probar a Sancho. Cansado y hambriento, Sancho decidió renunciar al gobierno y volver con Don Quijote, declarando que prefería su libertad y la compañía de su amo a las responsabilidades del poder.
Barcelona y la derrota ante el Caballero de la Blanca Luna
Mientras tanto, Don Quijote tuvo sus propias aventuras en el castillo, incluyendo el cortejo de Altisidora, una doncella que fingió estar enamorada de él. Tras reunirse con Sancho, ambos dejaron el castillo y decidieron dirigirse a Barcelona en lugar de Zaragoza, al enterarse de que en una falsa segunda parte de sus aventuras (el apócrifo de Avellaneda) se mencionaba que habían ido a Zaragoza.
En el camino, fueron capturados por el bandolero Roque Guinart, quien los trató con respeto y los escoltó hasta Barcelona. Allí fueron recibidos por don Antonio Moreno, quien organizó varias burlas, incluyendo una cabeza encantada que respondía preguntas.
En Barcelona, Don Quijote fue desafiado por el Caballero de la Blanca Luna (Sansón Carrasco disfrazado nuevamente), quien lo venció y le impuso la condición de regresar a su aldea y abandonar la caballería andante durante un año. Don Quijote, fiel a su palabra de caballero, aceptó la derrota y la condición.
El regreso a la aldea, la cordura y muerte de Don Quijote
Abatido por su derrota, Don Quijote emprendió el regreso a su aldea. En el camino, planeó convertirse en pastor durante el año de su retiro. Sancho intentó animarlo, pero Don Quijote estaba sumido en la melancolía.
Al llegar a su aldea, Don Quijote cayó enfermo de melancolía. Durante su enfermedad, recuperó la cordura y renegó de los libros de caballerías que lo habían enloquecido. Pidió confesión y dictó su testamento, en el que dejó sus bienes a su sobrina con la condición de que no se casara con ningún hombre que leyera libros de caballerías.
Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía.
Finalmente, Don Quijote murió rodeado de sus seres queridos, quienes lloraron su pérdida. Cide Hamete Benengeli, el supuesto cronista árabe de la historia, concluye afirmando que su único propósito fue ridiculizar los libros de caballerías, y que con la muerte de Don Quijote nadie más se atrevería a revivir sus aventuras.
Para mí sola nació don Quijote, y yo para él: él supo obrar y yo escribir, solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió o se ha de atrever a escribir con pluma de avestruz grosera.